La mayoría de las personas han oído que el radón es un riesgo para la salud. Es importante entender completamente el peligro que representa. El radón es un gas radioactivo que emana del suelo, las rocas y el agua. Resulta de la descomposición de isótopos radioactivos naturales en el uranio enterrado profundamente bajo tierra. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) clasifica el radón como un carcinógeno porque puede filtrarse en el aire y aumentar el riesgo de cáncer pulmonar.
El gas radón no se ve, no tiene sabor ni olor, por lo que es fácil ignorar el riesgo que representa. Aquí, Michael Bellamy, PhD, físico médico en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSK), que tiene experiencia en seguridad radiológica, desmiente algunos de los mitos más comunes sobre el radón y describe qué se puede hacer para reducir sus efectos en el riesgo de padecer cáncer pulmonar.
Mito 1: La relación entre el radón y el riesgo de cáncer pulmonar no es clara.
La relación entre el radón y el cáncer pulmonar ha sido firmemente establecida durante las últimas cuatro décadas a partir de estudios en personas y en laboratorio. El aumento del riesgo de cáncer pulmonar se observó por primera vez en los mineros de uranio, quienes trabajaban en espacios cerrados bajo tierra durante mucho tiempo. Esto llevó a los científicos a considerar que la exposición al radón podría ser un problema más amplio.
“Realizaron estudios para medir los niveles de radón en los hogares, en especial en áreas donde las casas permanecen cerradas para calefacción y refrigeración durante gran parte del año”, explica el Dr. Bellamy. “Algunas casas tenían niveles de radón similares a algunos de los niveles más bajos en las minas”.
Durante las décadas de 1980 y 1990, todavía existía escepticismo sobre si los hallazgos que se hicieron sobre los mineros podían aplicarse al riesgo en los hogares. Pero algunos estudios rigurosos realizados desde el año 2000 aclararon definitivamente la cuestión, señala el Dr. Bellamy.
También se sabe exactamente cómo el radón causa cáncer pulmonar, lo que explica por qué no parece contribuir a otros tipos de cáncer. Algunas formas de material radioactivo pueden ser absorbidas por el cuerpo e incluso concentrarse en los huesos, pero el gas radón solo llega a los pulmones.
“A medida que el gas radón se descompone, las partículas se alojan en los alvéolos, los diminutos sacos de aire en los pulmones”, explica el Dr. Bellamy. “O las moléculas de gas radón se adhieren a pequeñas partículas de polvo, que llegan a las partes profundas de los pulmones. De cualquier manera, una vez que están presentes, la energía que emiten puede dañar las células pulmonares y, con el tiempo, provocar cáncer”.
Mito 2: El aumento del riesgo de cáncer pulmonar no es significativo.
Las principales organizaciones científicas estiman que el radón contribuye aproximadamente al 12 % de los casos de cáncer pulmonar por año en los Estados Unidos. Es la segunda causa principal de cáncer pulmonar después del tabaquismo. Entre los fumadores, el aumento del riesgo es enorme debido a los efectos combinados del radón y el tabaquismo. La EPA estima que la exposición al radón aumenta el riesgo de padecer cáncer pulmonar de ocho a nueve veces en fumadores en comparación con los no fumadores.
“Es casi como si el tabaquismo le preparara y el radón le empujara al límite”, dice el Dr. Bellamy. “Ya tiene el daño químico del tabaquismo, y ahora, además de eso, añade la exposición a la radiación. Claramente, alentamos a todos a dejar de fumar. Eso es lo más importante. Pero si no va a dejar de fumar, asegúrese de estar consciente del nivel de radón en su casa”.
Mito 3: Solo las casas antiguas tienen un alto riesgo de exposición al radón.
Existe la idea errónea de que la exposición al radón es un problema exclusivo de las casas y los edificios antiguos. Muchas personas piensan que las construcciones más nuevas están diseñadas para ser a prueba de radón. Sin embargo, el riesgo de exposición al radón no depende de la antigüedad de un edificio, sino de la presencia de uranio en el suelo debajo de él, lo cual varía ampliamente de un lugar a otro.
Aunque los códigos de construcción modernos podrían incluir técnicas de construcción resistentes al radón, estas no se aplican de manera universal. Además, incluso cuando se utilizan, no garantizan un ambiente libre de radón. La única manera de evaluar el riesgo real de radón en cualquier hogar, más allá de su fecha de construcción, es realizar una prueba de radón.
Mito 4: Realizar una prueba de radón en su casa es costoso y lleva mucho tiempo.
La prueba típica es simple y económica. Los kits de prueba se pueden comprar en tiendas de mejoras para el hogar, ferreterías o en línea por alrededor de $20 a $30. “Por lo general, tiene el tamaño de un disco de hockey y tiene agujeros perforados y carbón en su interior”, dice el Dr. Bellamy. “Lo abre, como si fuera un ambientador, lo deja por unos días en una de las habitaciones del nivel inferior de su casa y luego lo envía a un laboratorio para su análisis”.
El radón se mide en picocurios por litro de aire (pCi/L), un indicador de radioactividad. El nivel promedio de radón en espacios cerrados en los Estados Unidos es de aproximadamente 1.3 pCi/L. El nivel promedio en espacios abiertos es de aproximadamente 0.4 pCi/L. Tanto el Cirujano General de los Estados Unidos como la EPA recomiendan reparar las casas con niveles de radón de 4.0 pCi/L o más.
Muchas personas no son conscientes de los altos niveles a los que pueden estar expuestas. Según un informe de 2022 de la American Lung Association, las pruebas de radón mostraron que el 22 % de las casas en Massachusetts superaban el nivel de acción de 4.0 pCi/L establecido por la EPA.
Mito 5: Reducir el nivel de radón dentro de su hogar es muy costoso.
El proceso, llamado mitigación del radón, es más fácil de lo que la mayoría de las personas piensa. En lugar de intentar sellar la casa para evitar que el radón se filtre, el método más común desvía el gas radón desde debajo del piso del sótano a través de una tubería hacia el exterior, ya sea por el techo como una chimenea o a través de una pared hacia una ventilación. Una vez al aire libre, el gas radón se disipa y no representa un peligro.
Los sistemas de mitigación de radón generalmente cuestan entre $800 y $1500. “Muchas empresas están haciendo esto ahora debido al impulso de la EPA para informar a las personas sobre los posibles riesgos del radón”, dice el Dr. Bellamy.
Mito 6: El radón es un problema solo en ciertas partes del país.
Hay regiones del país con más y menos radón. Pero es casi imposible determinar el riesgo en una ubicación específica. Los niveles de radón son muy locales. Dependen de los depósitos de uranio, la composición del suelo, las condiciones atmosféricas, la construcción de la casa y otros factores.
Es necesario realizar pruebas de radón en muchas casas antes de su venta. Pero para aquellos que no están seguros sobre su propia casa, el Dr. Bellamy recomienda que todos tomen el riesgo en serio y consulten recursos en línea de confianza, como los sitios web de la EPA y el Instituto Nacional del Cáncer, si desean aprender más. “Creo que la EPA tiene un gran mensaje, que es muy claro: ‘Haga la prueba. Haga las reparaciones. Salve una vida’”.
Obtenga más información sobre el radón en la EPA y el Instituto Nacional del Cáncer.